Fuente: ¿Cómo aprendemos? Una aproximación científica al aprendizaje y a la enseñanza. Héctor Ruiz Martín. Editorial Graó (2020)
En un famoso estudio, Rosenthal y Jacobson (1968) pasaron un test de inteligencia a los estudiantes de primaria de una escuela de California. Según dijeron a sus maestros, el test medía el potencial intelectual de los niños y era capaz de detectar a aquellos que lo liberarían en los siguientes meses (si dos investigadores reputados de Harvard me dicen eso, yo también me lo creería de entrada). A continuación, seleccionaron al azar un 20% de los estudiantes y explicaron a los maestros que dichos niños y niñas despuntarían intelectualmente ese año. Al cabo de unos meses, los investigadores regresaron a la escuela y volvieron a pasarles el mismo test, que en realidad era simplemente un test de inteligencia al uso. Sorprendentemente, los estudiantes que habían sido etiquetados como prometedores mostraron un incremento superior al de sus compañeros en los resultados medios del segundo test. A partir de estas evidencias, Rosenthal sugirió la existencia del efecto Pigmalión en el aula. Según él, los docentes pueden comportarse de manera subconsciente para con sus alumnos de tal manera que faciliten y estimulen su rendimiento académico (...)
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